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El tiempo para los antiguos egipcios.

Los antiguos egipcios estaban muy seguros de sus orígenes y de su historia.

El tiempo era algo que controlaban muy bien, precisamente gracias a las enseñanzas, según ellos, de sus dioses.

Los antiguos dioses les enseñaron a los egipcios a dividir el año ( lo llamaban Renpet) en doce meses ( llamados Abed), de treinta días cada uno y divididos en tres semanas ( nombradas como Mellu) de diez días cada una.

Fueron los primeros de forma documentada en usar los primeros calendarios solares, utilizando el movimiento del sol como valor de medición del tiempo, en vez de los calendarios lunares, primera medida del tiempo de la humanidad.

Aunque se han encontrado restos que indican que tanto los babilónicos, los caldeos, los mayas, aztecas, por nombrar las culturas más prominentes, también usaron el ciclo solar para la medición del tiempo años después, se considera el antiguo Egipto como la cuna de la medición de tiempo solar.

El calendario egipcio alcanzaba 360 días, y era complementado con
cinco días especiales (Jeriu-renpet). El año estaba formado por tres estaciones que venían claramente determinadas por el Río Nilo.

La Primera estación era la de la crecida del río (Ajet), de mediados de junio a mediados de octubre. La seguía la estación de la germinación (Peret) que finalizaba a mediados de febrero. Por último, llegaba la estación de la cosecha (Shemu).

Dyehuty



Según las leyendas, Dyehuty, o más conocido por su nombre griego, Thot, fue el que enseñó a los egipcios el arte de controlar el tiempo.

Y es que para los egipcios antiguos, los dioses eran reales y caminaron entre los humanos durante mucho tiempo. Lo que para nosotros son leyendas y cuentos de vieja, para los egipcios era algo muy real que formaba parte de su historia, no de su mitología.

Si un antiguo egipcio escuchara que la cronología de los Dioses-Reyes que gobernaron Egipto mucho antes de Narmer, hoy en día no se considera más que una fantasía, se llevaría un gran disgusto y terminaría enfadado por tamaña falta de respeto hacia su cultura.

Heródoto y Manetón



Hace 2.500 años, Heródoto de Halicarnaso, considerado el primer historiador conocido de la humanidad, escribía en su «Libro II de la Historia» que, en su visita a Egipto, los sacerdotes de Tebas le habían mostrado 341 estatuas, cada una de las cuales correspondía a una generación de sumos sacerdotes desde 11.340 años atrás en el tiempo.

Le dijeron que las figuras representaban a hombres, pero los sacerdotes tenían claro que antes de esos hombres, los reyes fueron los dioses. De todo ello guardaban datos muy precisos, ya que siempre, desde el principio de los tiempos, la misión de las sacerdotes había sido documentar su historia.

Años después, un sacerdote egipcio, Manetón, intentó establecer en su Aigyptíaka («Historia de Egipto»), la cronología de su larga historia en forma de dinastías desde los tiempos míticos hasta la conquista de Alejandro Magno. Esta división ha sido generalmente aceptada por la Egiptología moderna, con reyes anteriores a Narmer, de decenas de miles de años de antigüedad, que se consideran mitos y leyendas.

Decenas de miles de años son una barbaridad que no casa para nada con los datos recogidos y encontrados por los Egiptólogos actuales que no dudan en tildar el escrito de Heródoto y la lista de Manetón como novelas de ficción muy coloridas que sólo demuestra la imaginación de su autores y los mitos que existían a su alrededor.

De la forma que sea, mediante dioses o mediante la evolución natural del hombre los antiguos egipcios poseían conocimientos muy avanzados acerca de medicina, cirugía, arquitectura, astrología, geología y demás ciencias. Fueron unos portentos de la naturaleza humana comparando al resto de culturas del planeta.

Por eso nos fascinan.

Fuentes: Documentación de internet.
Créditos de imagen: A quién corresponda.